domingo, 31 de diciembre de 2017

Desde la miseria y la esperanza, Provocando la Paz os desea FELIZ AÑO


En la maternidad de refugiadas de Atenas nos movemos entre la vergüenza de una parte de Europa y la humanidad de otra parte.
Nosotros miramos a los ojos a cada persona refugiada que nos llega e intentamos dejar en su corazón una huella de acogida, ternura, paz... compartiendo la historia que tiene detrás, el sueño por el que lucha, la pena que tiene dentro, el abrazo que le falta...
Gracias a todas las personas que lo hacéis posible, especialmente al voluntariado valiente que ha pasado por la maternidad y a los grupos que nos han apoyado como SOS Refugiados, Conectando Pueblos, Móstoles Sin Fronteras, Amigos de Ritsona-grupo de Burgos, Pampiraiki, Seeds of Humanity, Refugia'l de Algemesí, Collbató dóna la mà, Dentists4Refugees, The Flying Seagull Project...
Que nadie nos acuse nunca de abandonar un sueño difícil.

Papa Noel en la maternidad de refugiadas en Atenas


Cuando recibí la llamada del grupo de voluntariado de la maternidad de Atenas, se me abrió el corazón:
Por favor, Papa Noel, no te olvides de nuestros niños, pásate por nuestro edificio.
Cómo me voy a olvidar!!! Cada día lloro por tantos miles de niños escapando de la guerra y del terror, viviendo la peor pesadilla de su vida.
Les dije que sería el primer lugar por donde pasaría y les dedicaría todo el tiempo que se merecían. Sabía que tenía que emplearme a fondo, porque para la mayoría, sería el primer regalo de su vida.
Cuando llegué allí, me encontré un lugar frío y oscuro. Me explicaron que les cortaron la luz hace un mes y medio, porque no les quieren en ninguna parte.
Pero también me conmovió encontrar un lugar lleno de humanidad, con unos pocos voluntarios que se esforzaban en dar calor humano, y con unas familias que se ayudaban unas a otras en el peor momento de su vida, como una gran familia.
Así que pasé habitación por habitación, hablé con cada niño, les entregué su regalo, reímos juntos... Algunos niños hasta temblaban de emoción. 
Los voluntarios se esforzaban en iluminar mi camino con linternas, como una parábola de la vida. Ellos creen que todos los niños del mundo tienen derecho a la ilusión, a la sorpresa, al amor incondicional, a la ternura, a la paz... a la esperanza. 
Definitivamente, esa fue la mejor noche de mi vida.